La derrota de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial produjo una gran diáspora de fascistas de toda condición, desde grandes jerarcas a simples soldados o funcionarios. No todos se dieron por vencidos y se resignaron a la fatalidad de su destino y no todos renunciaron a seguir influyendo sobre la realidad política. Esta realidad se refleja con gran intensidad en América Latina, donde los fascistas emigrados tuvieron como aliados a las dictaduras militares que abundaron en el continente durante décadas tras la Guerra Mundial.

Klaus Barbie
Klaus Barbie

Ya antes de que el barco se hundiera, es decir, de que la Alemania nazi y sus aliados se rindieran ante el bloque aliado, las «ratas» abandonaron sus países. No sólo Alemania, sino también Lituania, Polonia, Checoslovaquia y, sobre todo, Croacia, estaban llenos de colaboradores, oportunistas y fascistas convencidos que aprovechando la guerra se habían convertido en torturadores de sus propios pueblos. Toda esa escoria tuvo que escapar y lo hizo como lo hacen las ratas, por la noche, por las alcantarillas o por cualquier grieta por donde les fue posible.

«La vía de las ratas», ese es el nombre que recibió el «callejón de escape» sustentado por gobiernos reaccionarios, Estados Unidos, el Vaticano y Argentina, entre otros, que brindaron ayuda a los fascistas europeos en su huida. Por ella llegaron a Latinoamérica un número apreciable de criminales de guerra que, perseguidos por los sistemas judiciales europeos, no tuvieron más remedio que escapar a países del tercer mundo. Por ejemplo, Klaus Barbie, alias Altmann, ex jefe de la policía secreta alemana (Gestapo) en la ciudad ocupada de Lyón, (Francia), en los primeros años de la guerra, responsable de haber asesinado al jefe comunista de la resistencia francesa Jean Moulin –cuyos restos reposan en el Panteón de los Héroes de París–, torturándolo de la forma más inhumana que cabe imaginar: cociéndolo en agua hirviendo, al mejor estilo medieval. Barbie fue uno de los criminales, que llegaron a ese suelo inocente, pero revoltoso llamado Bolivia. Barbie hizo carrera bajo la égida de la CIA en ese país sudamericano. Amasó una considerable fortuna con negocios sucios de madera y barcos para ese país hambriento de mar. Barbie llegó a ser General ad honorem del ejército boliviano y es responsable de la muerte de por lo menos tres mil bolivianos durante los años de las dictaduras militares. Fue asesor en labores de inteligencia y de seguridad del Estado. Fue uno de los impulsores de la organización paramilitar «Los Ángeles de la Muerte». Quiénes financiaban a estos «angelitos» y para qué, es algo hasta ahora no aclarado. Nadie quiso destapar esta caja de Pandora.

Pero prosigamos con nuestro relato. El fascismo alemán plantó raíces profundas en muchos países latinoamericanos, sobre todo en el ámbito de las Fuerzas Armadas y diversos estamentos de la «Seguridad Nacional». Gracias al aura que lo rodea por sus «logros» en la Gran Guerra es admirada por cuadros técnicos, admiración que acaba alcanzando al plano político. Es ese momento cuando se hace peligroso. El fascismo alemán no es pasado. Es, en muchos países, como Chile, Argentina, Guatemala, Paraguay o Bolivia un presente peligroso. Esta circunstancia, esta simpatía por el nazismo, fue aprovechada por los norteamericanos para «depositar» a técnicos policiales, con experiencia en la lucha antisubversiva, en América Latina. Ya llegaría el momento en el que esta escoria les seria útil. A los alemanes se unieron muchos otros: libaneses, sirios, lituanos, croatas.

¿Quiénes son los croatas?

En los años posteriores al final de la guerra, el gobierno boliviano aceptó la solicitud de la CIA de dar cobijo, entre otros, a miembros de Ustacha, la organización fascista croata, a quienes no se les quería en ningún país, ni siquiera en Argentina. Ustacha ha sido condenada ante varias Cortes de justicia como organización criminal por delitos de lesa humanidad cometidos durante la Segunda Guerra Mundial. Sus miembros son considerados fanáticos racistas, que desprecian a todos los que no son miembros de la «raza blanca».

Hugo Bánzer
Hugo Bánzer

De esta manera llegó esta gente a Bolivia. Se instalaron en el oriente del país. Santa Cruz era en aquel entonces una ciudad pequeña, casi al borde de la civilización. Y estos nuevos inquilinos llegaron no sólo con muchas ganas de trabajar, lo cual no se les puede negar, sino también con mucho dinero. Pero a pesar de todos los esfuerzos, no lograron grandes objetivos, hasta que en 1971 se presentó la oportunidad esperada y que posibilitó su ascenso al poder político. El artífice de ello fue un coronel de ejército, de ascendencia alemana, llamado Hugo Bánzer Suárez. Durante casi dos décadas los capitales y las inversiones llovieron sobre Santa Cruz. Surgió una burguesía agroindustrial y, tapujos aparte, Bolivia ingresó en el mercado de la cocaína como uno de los productores más importantes de todo el planeta. El éxito no se hizo esperar. No pasó una década y Santa Cruz se convirtió en una metrópoli pujante. El capital, los conocimientos técnicos y la experiencia administrativa del nazismo lograron arrancar del atraso a esa ciudad, que hoy se cuenta entre las más pujantes del mundo. Algo parecido sucedió en casi todas las ciudades que dieron acogida a los refugiados nazis. Este éxito económico ha contribuido a difundir y asentar ideas nacionalsocialistas en vastas capas de la población pudiente. En la mayoría de los casos estas colonias de fascistas prefirieron cerrar filas y mantenerse en lo posible alejadas de la población local. Ese es el caso del sur de Argentina, Chile y Paraguay. Pero en Bolivia, al igual que en Brasil, siguieron otro camino y lograron enraizarse en la burguesía local, gracias en parte a la belleza de la mujer oriental.

En Bolivia se ha dado el caso de un mestizaje acelerado entre inmigrantes y población local. Incluso se ha dado el caso de transformaciones ideológicas extremas, tal el caso de Hans Ertl, camarógrafo del Tercer Reich, quién llegó a colaborar con grupos de izquierda alzados en armas. Su hija murió combatiendo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Pero los que quisieron y lograron integrarse a las poblaciones locales no siempre se despojaron de sus ideas fascistas. Por el contrario, muchas veces estas ideas se materializaron en partidos políticos de clara connotación nacionalsocialista. Acción Democrática Nacionalista (ADN), fue la versión boliviana del nazismo alemán. Sus colores negro, blanco y rojo son una clara alusión al partido nazi. Curiosa contradicción ésta que nos permite ver a un indígena chiriguano o chiquita no agitando una bandera fascista, al menos para cualquiera que conozca algo sobre esta ideología. (En caso de una victoria nazi toda esta gente hubiera desaparecido.)

Pero pasemos a observar a otras colonias fascistas. Una de las más numerosas era la yugoslava, que aglutinaba a servios, croatas, bosnios, albaneses y macedonios, sin distinción alguna.

La colonia yugoslava no era considerada reaccionaria. La mayor parte de sus integrantes coparon cargos administrativos en las universidades. Muchos de ellos se sumaron incluso a los diferentes grupos armados, (Ivo Stambuck, Oruro), pero una vez disuelta Yugoslavia la colonia entró en un proceso de fraccionamiento y polarización acelerada. Los clubes yugoslavos se dividieron y los croatas reaccionarios cobraron fuerza sobre todo entre la juventud.

Los croatas bolivianos han desempeñado un papel importante en la Guerra de Secesión de Yugoslavia, al haber conseguido que importantes partidas de material bélico destinadas al Ejército Nacional de Bolivia, fueran desviadas con ayuda del consulado Boliviano en Hamburgo hacia Croacia. Por aquel entonces un familiar de Jaime Paz dirigía la delegación consular. Debido a ese escándalo, el consulado tuvo que cerrar por el lapso de casi un año.

El grupo croata es uno de los más activos en el proceso de desintegración de Bolivia. Ha impulsado la creación de varios grupos secesionistas, de los cuales el más activo es La Nación Camba. Ha retomado el símbolo de la Media Luna, en alusión a la Media Luna Croata, que en el año 1482 se constituyó en el último bastión de Europa contra la expansión del imperio otomano. Esta vez la Media Luna defenderá la «civilización» contra los enemigos de la globalización y el progreso, los koyas.

Miembros de la Unión Juvenil Cruceñista
Miembros de la Unión Juvenil Cruceñista

Los croatas, según ellos, tienen aproximadamente cuatrocientos combatientes totalmente «de confianza», es decir «blanquitos», entre hombres y mujeres y casi nueve mil bolivianos, todos fáciles de comprar y relativamente baratos, pero de lealtad cuestionable (muchos son empleados de haciendas). Su motivación para la lucha se reduce al racismo «antikoya» y no es racional ni lógica. Se encuentran organizados en torno a la Unión Juvenil Cruceñista (UJC), en células de barrio, la mayor parte en Santa Cruz (75) y Montero (20). En haciendas en torno a Santa Cruz tienen instalados campos de entrenamiento y en muchas de ellas poseen ya armamento pesado, muchas veces procedente del Ejército Boliviano. Están asesorados militarmente por la gente que controla Marco Marino Diodato, quién además es el mayor intermediario en la compra de armamento (Croacia, Italia, Austria). Su actual dirigente es Jorge Hollweg, de ascendencia alemana, pero los mandos medios son croatas, sirios y argentinos. Croacia y la inteligencia chilena, que colaboran muy estrechamente consideran que su mayor esperanza radica en los sesenta oficiales en activo, muchos de alta graduación, infiltrados en las Fuerzas Armadas, sobre todo en el ejército de tierra. La mayoría está en este momento al mando de tropa, pero su poder disminuye de día en día como consecuencia de que los mandos medios, sobre todo suboficiales, están adquiriendo conciencia étnica. Este etnicismo constituye un factor que ha conducido a que el Comité Cívico de Santa Cruz haya iniciado un proceso secesionista. Puede que el MAS y el Movimiento Pachakutik tomen el control del ejército apoyándose en la extracción mestiza de los suboficiales. Es una carrera contra el tiempo.

Otro grupo importante de fascistas emigrados a Bolivia, fue el italiano. En los años setenta, Bolivia estuvo involucrada en una serie de «problemas» relacionados con la guerra fría secreta. La ejecución de Tato Quintanilla, cónsul de Bolivia en Hamburgo, por Mónica Erti con ayuda de revolucionarios italianos condujo a la colaboración de la inteligencia boliviana con la inteligencia y los fascistas italianos. Consecuencia de dicha colaboración fue la llegada a Bolivia de personajes como Diodato y otros fascistas italianos, sospechosos de numerosos actos terroristas en Italia. Todos sabemos que Diodato formó unidades especiales en el ejército boliviano. Comandos de acción inmediata, unidades de francotiradores, comandos de neutralización silenciosa, etc. Santa Cruz está llena de acólitos de estos fascistas, que fueron desmovilizados del ejército en la década de los noventa. Pero constituyen una verdadera amenaza, porque no pueden ser controlados por el ejército nacional por falta de medios.

Existen, sin embargo, otras fuerzas extranjeras, que hasta este momento no han entrado en acción. Una de ellas son las escuadras del Mosad, el servicio secreto israelí. El Mosad tiene la mayor parte de sus fuerzas estacionadas al norte de La Paz en la zona del Alto Madidi, así como en Santa Cruz e incluso en el Chapare. Hace veinte años el gobierno Boliviano donó la hacienda de Klaus Barbie a la inteligencia israelí. Con su ayuda se logró desarticular a las milicias paramilitares fascistas de Santa Cruz. Pero no se logró controlar a las croatas, porque las croatas tienen el apoyo de facto de los alemanes, a quienes les hacen todos los trabajos sucios. Y el gobierno alemán prácticamente mantiene a casi la cuarta parte del aparato estatal por medio de ONG y de la GTZ. De esa forma se compra la complicidad del gobierno en la explotación de los riquísimos yacimientos «de todo». Bolivia es un país, que tiene «de todo».

Otra fuerza extranjera de consideración es la americana. Los americanos tienen tres tipos de fuerzas distintas estacionadas en el país. Escuadras de bolivianos, ex miembros de las fuerzas represivas, poco fiables y de capacidad de acción limitada; latinoamericanos residentes a quienes utilizan como fuentes de información, mayoritariamente gente de negocios, y escuadras de Acción Rápida, incluso una muy numerosa camuflada entre menonitas y residentes argentinos.

Otra fuerza apreciable son las unidades de la mafia cruceña, con base en Palmasola (prisión-pueblo). Esta fuerza no luchará por una independencia de Santa Cruz. Es más boliviana que el mismo ejército. Existe también grupos de «koyas», pero que todavía no han pasado al plano militar. En la ciudad de Santa Cruz en torno a clubes de culturismo y en el campo aglutinados en torno a los sindicatos agrarios: Movimiento Al Socialismo (MAS) y Movimiento Sin Tierra (MST).

Estos son los actores de un escenario en extremo explosivo. Bolivia es, por su localización, de extrema importancia geopolítica. Su destino decidirá el destino de toda América Latina.

Traducido por Andrés Lapita.

Publicado en Polémica, n.º 88, abril 2006