Thierry MARICOURT
A partir de 1880, después de la amnistía de los miembros de la Comuna todavía en el exilio o la deportación, el movimiento libertario, hasta entonces informal, comienza a estructurarse. Teóricos confían al público sus reflexiones. Se publican revistas. La propaganda es masiva y nadie puede ignorarla. Los llamamientos a la rebelión son diarios y van dirigidos a todas las categorías sociales explotadas por la burguesía. Así es como Pedro Kropotkin, en 1881, exhorta «a los jóvenes» y, entre ellos, los artistas, a sumarse a la revolución social en marcha.
«Si realmente vuestro corazón late al unísono con el de la humanidad, si en auténtico poeta, tenéis un oído para escuchar la vida, entonces, en presencia de ese mar de sufrimientos cuyo flujo ascendente os rodea […] no podéis permanecer neutrales; os colocaréis aliados de los oprimidos, porque sabéis que lo bello, lo sublime, la vida en una palabra, está aliado con los que luchan por la inteligencia, por la humanidad, por la justicia».1 Sigue leyendo