Álvaro MILLÁN
El Partido Popular alcanzó su máxima popularidad a mediados de los años noventa. Esta corriente de simpatía se debió, además de a su comportamiento moderado –forzado por su debilidad parlamentaria que le imponía acuerdos y pactos con otras fuerzas políticas–, a la campaña de atentados de la ETA contra concejales del partido en el País Vasco, que alcanzó su cénit con la muerte de Miguel Ángel Blanco en julio de 1997. Sigue leyendo